Este viaje en el tiempo hacia la Ciudad Medieval de Sigüenza lo hicimos en tren. Salimos de la Estación de Chamartín a las diez de la mañana. Allí nos estaban esperando una serie de personajes medievales: un obispo, una doncella, varios trovadores y músicos que tocaban instrumentos de aquella época como el tambor y algunos de viento parecidos a trompetas, para darnos la bienvenida.
Todo estaba muy bien ambientado y te trasladaba a la Edad Media. Una vez en el tren, se nos presentó el obispo-guerrero don Bernardo de Agén, que reconquistó la ciudad de Sigüenza en 1124 a los árabes. Posteriormente, apareció una doncella de Doña Blanca, esposa del rey Pedro I el Cruel. Nos contó una historia, en la que este rey repudió a su mujer y la mandó encerrar en el castillo de Sigüenza. Después apareció un trovador, que sacó un pergamino de piel de animal y nos contó una historia relacionada con esta ciudad. Cuando llegamos a la Estación de Sigüenza nos recibieron con música medieval y nos repartieron por grupos. Cada grupo se parecía a un ejército que tenía su estandarte y seguíamos al guía como si se tratase del señor feudal.
Una vez, en Sigüenza lo primero que vimos en lo alto de un cerro fue el castillo. Iniciamos nuestra ruta en dirección hacia la ciudad medieval. Durante el trayecto, el guía nos contó que el rey Alfonso VII donó el Señorío de Sigüenza al obispado de Bernardo y sus sucesores. A partir de este momento histórico se destaca la construcción de la ciudad en dos ejes importantes: el castillo y la catedral.
Pudimos ver como el trazado de estas calles era estrecho y sinuoso, pues éstas bajaban desde el castillo. En estas calles vivieron comerciantes y artesanos. La judería estaba en los alrededores de la calle de San Juan. Alrededor de la calle de la catedral se agrupa un barrio de albañiles, canteros y vidrieros que trabajaron en las obras de este edificio.
Desde el castillo fue creciendo la ciudad hacia la naciente catedral. Así se fueron haciendo las murallas, desde el alcázar hasta el resto de la ciudad, quedando el recinto totalmente protegido.
Antes de llegar al castillo, pasamos por la Catedral de Sigüenza, que se empezó a construir en el siglo XII como fortaleza defensiva en estilo románico. Su construcción y decoración se prolongó durante varios siglos, dando lugar a la aplicación de varios estilos arquitectónicos. También, pasamos por dos iglesias de estilo románico: la Iglesia de Santiago y la de San Vicente, ambas del siglo XII. Frente a esta última, se encuentra la Casa del Doncel, que es de estilo gótico con elementos mudéjares en su interior. Ésta fue la casa de la familia nobiliaria Vázquez de Arce.
Una vez en el castillo, que se empezó a construir en el año 1173, para servir de palacio-fortaleza y residencia de los obispos, que fueron señores de la ciudad, bajamos a la Plazuela de la Cárcel, que fue mandada construir por el Obispo Carvajal en el siglo XV. De esta forma se abre un nuevo espacio en el que se instala el mercado semanal que hasta entonces se encontraba en el entorno del Portal Mayor. Al frente se sitúa el Ayuntamiento, la torre donde se guardaba el archivo y el arca de caudales del granero municipal.
Continuamos bordeando el primer anillo de la muralla y pasamos por varías puertas. Entre éstas destaca la Puerta del Hierro, que era una de las entradas principales a la ciudad medieval, donde se cobraba el impuesto de entrada de las mercancías dentro del recinto amurallado para la venta de productos en el mercado semanal. Sobre la hornacina de todas estas puertas había la imagen de una virgen.
Ya llegó la hora de despertar, de regresar al siglo XXI, ya los actores que representaron a estos personajes habían cambiado de vestimentas, ya sólo me queda el recuerdo de la visita a la Ciudad Medieval de Sigüenza.