domingo, 11 de diciembre de 2011

¿Por qué hacemos regalos?

Se acerca la Navidad. Todo el mundo se vuelve loco por encontrar el regalo perfecto… pero también esperas recibirlo. ¿Qué se esconde debajo de tanto papel?

Un asunto familiar. Los regalos nos persiguen desde el momento en que nacemos. Normalmente los abuelos, los padrinos y otros familiares dan la bienvenida al recién nacido con un regalo. Muchos de los momentos más felices que suceden a lo largo del año (cumpleaños, Navidad) vienen marcados por bonitos regalos. Según vamos creciendo los regalos son diferentes, cuando ya nos hacemos mayores comenzamos a dar pequeños regalos a nuestros seres más queridos. ¿Por qué? La respuesta que la mayoría daría es que nos gusta complacer, ¿pero realmente lo hacemos por eso? La familia funciona como una pequeña sociedad y para que todo funcione bien hay que devolver los favores, por lo que en algunos casos es una obligación. Sin embargo, muchas veces se hacen por puro placer.

¿Son útiles los regalos? ¿La amistad o el amor necesitan ser confirmados con regalos? Claro que no, pero aquellas personas que no regalan se arriesgan a decepcionar o a pasar por rácanas. Ahora bien, mientras que un regalo hecho con amor tiene un gran valor, el que se hace para comprar la amistad de alguien no tiene ninguno.

Recibir un regalo es una fiesta
Ya sea un regalo sorpresa o algo encargado, abrimos el paquete con la misma felicidad. Bueno, casi siempre…
Destellos de alegría. ¡Qué bien, recibir un regalo! Para empezar, está el envoltorio que brilla y  lleno de cintas de colores. El hecho de abrir un paquete nos hace felices. Tanto si rasgamos el papel con avaricia o lo desplegamos con cuidado, solo tenemos una idea: ¿voy a tener el mejor regalo del siglo? O bien, ¿por fin lo que quería desde hace tanto tiempo? Pero lo que el regalo simboliza es el amor o la amistad y nos produce una sensación mágica. Por eso, con frecuencia se suele decir que la intención es lo que cuenta.
Hecho a mano, ¡genial! ¿Recuerdas, qué feliz se sentía tu madre, cuando recibía el collar de macarrones pintados, que hacías para el día de la madre? Esto era debido a que disfrutaba más por el esfuerzo que habías hecho por ella. Pero a veces ocurre que un regalo de un ser querido se juzga demasiado pequeño y que causa decepción. Estas personas en ocasiones piensan ¿Yo solo valgo esto? Cuando recibimos un regalo no podemos evitar buscale su sentido ya que un regalo habla por la persona.
El peso del precio. A veces las personas nos sentimos incómodas cuando recibimos algo muy costoso, ya que nos sentimos en deuda porque consideramos que no vamos a poder devolver algo así. También podemos interpretarlos en ocasiones con segundas intenciones y entender que no nos merecemos un regalo tan valioso.
¿Qué hacer cuando un regalo nos decepciona?
Algunos aconsejan la hipocresía, otros la franqueza, pero lo que siempre se merece un regalo es las gracias. De hecho, es muy complicado decirle a alguien que el regalo no nos ha gustado; en ese caso lo que hacemos es disimular y aparentar que nos ha satisfecho. Pero qué ocurre luego con este regalo: hay personas que lo cambian o lo venden en Internet. Pero ¿esto es la mejor solución? Imáginate lo que pensaría la persona cuando descubriese que has revendido el regalo… se te caería la cara de vergüenza.
Regalar, da paz
Recibir proporciona placer y dar hace feliz.
¡Vivan los demás! La alegría de dar sale de uno mismo. Para hacer un regalo, se pone en marcha la generosidad y la imaginación, ya que tomarse molestias por las pequeñas cosas es conseguir las grandes. Para ello se empieza por conocer los gustos de la persona a la que vamos a regalar, para conseguirlo tenemos que ponernos en el lugar de la otra persona.
La imaginación compensa. Un regalo hecho a mano puede ser una buena idea si tienes talento para pintar, hacer manualidades… Pero si no sabes qué regalar una solución es preguntar a una persona cercana a ella y que la conozca bien o incluso a ella misma, aunque en ese caso perdería su encanto.
¿Y si dejamos de hacer regalos?
Varios economistas confirman que hacer regalos en Navidad produce una pérdida neta de bienestar. Es decir, si te regalan un videojuego de 80 €, es probable que no lo hubieras comprado si te hubieran regalado el dinero. Por ejemplo en Estado Unidos se dejarían de gastar más de 18.000 millones de euros cada Navidad.

La historia de los regalos de Navidad
Personalmente yo pienso que dejar de hacer regalos sería imposible, ya que esto viene marcado por la historia:
En tiempos romanos, ofrecían a sus dioes protectores palmas y ramas cortadas. Durante las fiestas saturnales, del 17 al 24 de diciembre se intercambiaban regalos.
Los Reyes Magos, llamados según la tradición Melchor, Gaspar y Baltasar, habrían llevado regalos al Niño Jesús: oro, incienso y mirra.
En el sigo IV se fijó la fecha del nacimiento de Jesús el día 25 de diciembre (aunque no se conoce con exactitud). Esta fecha corresponde al cambio de estación que se celebraba con fiestas no cristianas.
En la Antigüedad y en la Edad Media, la gente regalaba monedas usadas, porque eran un símbolo de felicidad. En la Edad Media se reunían para celebrar la noche más larga del año alrededor de un gran tronco que se quemaba. Esto es el origen del tronco de Navidad, un dulce.
En el siglo XVII, San Nicolás repartía nueces a los niños buenos, pero siempre iba acompañado de un personaje que castigaba a los niños que no habían sido buenos durante el año.
En el siglo XIX, aparece en Francia Papá Noel, inspirado en San Nicolás. En Estados Unidos se llama Santa Claus, y lo popularizó Coca-Cola. El desarrollo de grandes almacenes de la reina Victoria en Inglaterra contribuyó a la extensión de los regalos de Navidad.
En el siglo XX, las familias pobres regalaban a los niños una naranja.
En la actualidad, las familias gastan cientos de euros en hacer regalos de Navidad, en la compra de comida y otros extras.
Opinión
En mi opinión todos estamos encantados de recibir algo, sobre todo en Navidad. Los regalos no necesitan ser grandes cosas, con un pequeño detalle es suficiente siempre que se haya hecho con amor, pero los regalos que se hacen por obligación o para copiar a los demás no tienen ningún valor. Cuando abrimos un regalo presenciamos una sensación mágica, siempre estamos impacientes por romper el papel y saber qué es. La sensación que nos produce regalar nos proporciona placer. Un regalo demuestra que conoces a la persona, la aprecias tal y como es y que piensas en los demás.